¡Hola a todos!
En la entrada de hoy quiero hablaros de una restauración que ha sido muy especial para mí, porque se trata de un libro que pertenecía a mi abuela, y que ahora tiene mi tía Reyes: «Los muchachos de Jo», de Louisa May Alcott, en una edición de 1944.
Al libro le faltaba el lomo y tenía las tapas sueltas. En algún momento, algún tuvo la genial idea de «repararlo» con fiso, y por culpa de eso tenía marcas de oxidación en el papel y en las tapas se ha llevado parte de los colores, además de dejar parte del adhesivo pegajoso, que me costó muchísimo trabajo eliminar.
Así pues, lo primero que hice fue eliminar el fiso o papel celo. Del papel salió fácil porque ya no le quedaba adhesivo, pero de las tapas fue más complicado, y, como decía antes, parte del adhesivo se quedó adherido a las tapas y para eliminarlo usé metil-celulosa con algo de alcohol pero debía ir con mucho cuidado porque además del adhesivo me estaba llevando los colores.
Después, terminé de separar las tapas del cuerpo del libro, y me dediqué a limpiar el lomo, eliminando los restos del antiguo refuerzo y adhesivos que tuviera, pero procurando no dañar los cuadernillos ni el cosido, ya que éste estaba bastante bien y había decidido no descoserlo.

Con el lomo limpio, y dado que conservaba una de las guardas volantes, decidí utilizar el método de las charnelas para poner las guardas. Esto consiste en pegar sobre el primero y el último cuadernillo una tira de tela, dejando como una pestaña volante. Y sobre la charnela se pega, por un lado, la guarda volante, y por el otro, las tapas. La segunda guarda volante no se conservaba, con lo que preparé una nueva con un papel del mismo tono al resto del libro. Y después, ya podía volver a reforzar el lomo, poniendo primero la cinta de cabezada en cabeza y pie, y luego encolando todo el lomo y con un fuelle de papel kraft. En este caso no lleva tarlatana porque lleva charnelas.
Luego, me dediqué a trabajar sobre las tapas: las limpié con el saquito limpiador y reforcé las esquinas con papel japonés y metil-celulosa. A continuación preparé un lomo con cartón de lomera forrado de tela amarilla, ya que el resto del libro es amarillo. A ese lomo van pegadas ambas tapas.
Finalmente, hay que meter el libro en tapas, que en este caso lo hice de una manera diferente a la que empleo cuando hago una encuadernación nueva. Aquí encolé el fuelle que estaba pegado al lomo del cuerpo del libro, así como las charnelas, y luego, manualmente, coloco las tapas en su sitio, y las voy acomodando hasta que quedan perfectamente centradas. Me aseguro que todo ha quedado bien pegado y lo dejo secar. Para terminar, preparé dos trozos de papel del mismo tono que el resto del libro para pegarlos en el interior de las tapas, como guardas pegadas.
Así es como ha quedado:
Espero que os haya gustado esta entrada, y si tenéis un libro de este estilo, antiguo, deteriorado, al que le falten las tapas o sin lomo, y que queráis restaurar podéis contactar conmigo para ello sin ningún tipo de compromiso. Tras analizar el libro, os puedo decir un precio aproximado, pero creedme que será más barato de lo que os podáis imaginar, porque mi intención es llegar a todas esas personas que ni se plantean restaurar ese libro tan estropeado que era de su abuelo porque piensan que eso es carísimo y que no está al alcance de cualquiera, y no es así.
¡Gracias por haber llegado leyendo hasta aquí! Y si os ha gustado, agradezco mucho vuestros comentarios y que compartáis este post con quien creáis que puede interesarle :).